sábado, 15 de septiembre de 2012

Como Un Piel Roja

por Camilo Pino

Le pido disculpas a Federico Vegas porque voy a contradecir su texto sobre la cárcel de los directivos de Econoinvest. Quizás también deba pedirme disculpas a mí mismo, porque llevarle la contraria a alguien que tiene la razón es, cuando menos, un acto de terquedad, pero supongo que mi naturaleza me lleva a cometer este tipo de errores, o peor todavía, que soy capaz de lo que sea en nombre del estilo, pero basta de excusas y al grano.

En su texto, Vegas describe su amistad con Herman Sifontes de un modo que redunda sobre cualquier cosa que yo diga sobre la mía con Miguel Osío, otro de los directivos de Econoinvest presos. Por el momento bastará con decir que Miguel y yo crecimos juntos y que hemos mantenido una amistad inquebrantable a través de los años. Ahora bien, en lo que le voy a llevar la contraria a Vegas es en algo que no domino del todo y que le importa a muy poca gente: las referencias literarias; específicamente, la de la parábola que Vegas toma de El proceso, de Kafka, y que trascribe así: "Un hombre ha esperado toda la vida para cruzar una puerta y acceder a la justicia.

Cuando está a punto de morir le pregunta al guardián que le ha impedido la entrada: --Si todos se esfuerzan por llegar a la Ley, ¿cómo es posible entonces que durante tantos años nadie más que yo pretendiera entrar? El guardián comprende que el hombre está por morir, y para que sus desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice junto al oído con voz atronadora: --Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para ti. Ahora voy a cerrarla".

Y aquí es donde me pongo terco: la cárcel de los directivos de Econoinvest no tiene nada de kafkiana. Ésa cárcel no es otra cosa que una injusticia; una simple y vulgar injusticia. Los directivos de Econoinvest están presos, primero, porque el gobierno necesitaba un chivo expiatorio para justificar las devastadoras consecuencias de su política cambiaria y segundo, porque los oficiales encargados del caso defalcaron a la compañía y ahora son cómplices de un crimen que quedaría en evidencia si la verdad sale. Allí no hay equívoco, ni absurdo ni un sistema avasallador con una lógica implacable; allí no hay un ápice de belleza oscura. Allí lo que hay es un gobierno errático que se alimenta de chivos expiatorios y utiliza todo su poder para perseguirlos.

La última vez que vi a Miguel fue hace un año, durante mi último viaje a Caracas.

Lo fui a visitar en un sótano donde lo tenían preso. Creo que se pasó la mitad del encuentro consolándome, como si el preso hubiera sido yo. Así de fuerte es y así de débil soy.

Recuerdo que insistió mucho en que me informara bien sobre el caso y que divulgara los hechos, como si estuviera siendo procesado por una corte justa.

Finalmente, después de dos años de crueles postergaciones (tan injustificadas que el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas declaró la detención "arbitraria" en una opinión legal), lo están juzgando. Mientras escribo este artículo me llegan sus declaraciones y encuentro a Miguel haciendo precisamente lo que me pidió que hiciera: argumentando razones, diciendo verdades; comportándose como si estuviera siendo procesado por una corte justa.

Ojalá Miguel tenga razón y encuentre en la verdad la clave para su liberación, porque, en sus propias palabras: "La injusticia es glotona se devora todo y, como Saturno devoró a sus hijos para que ninguno ocupara el trono del Olimpo, la injusticia devorará no solo a quien la sufre, sino también a quien la promueve y a quien la ejecuta. Señor Juez: sin justicia no hay libertad. Sin libertad, la vida se reduce a un devenir insípido y sin sentido. En eso, señores fiscales, se ha convertido nuestra vida en estos dos últimos años".

En fin, y para que no digan que soy un busca pleito, le propongo a Vegas que cuando hablemos de Econoinvest nos trancemos por el escritor desconocido que mataba de la risa a sus amigos cuando les leía en voz alta; el joven Kafka que escribió estas líneas que hoy son para Miguel y sus compañeros de cárcel injusta: "Si uno pudiera ser piel roja, siempre alerta, cabalgando sobre un caballo a todo galope, con el cuerpo inclinado y suspendido por el viento, constantemente sacudido sobre la tierra estremecida, hasta arrojar las espuelas, pues no harían falta espuelas, hasta arrojar las riendas, pues no harían falta riendas, y apenas viera ante sí que el paisaje era una pradera llana, ya sin el cuello y sin la cabeza del caballo".

El Nacional, Papel Literario, 2, 15/09/2012

El Escritor y Las Injusticias.

por Tulio Hernández

No todos los escritores han estado siempre del lado de las causas nobles.

Tampoco todos los filósofos o los artistas. Los ha habido fascistas como Heidegger, colaboradores con el franquismo como Camilo José Cela, o militaristas como muchos de los que hoy acompañan al gobierno rojo venezolano y pronuncian frases degradantes como aquella de que Hugo Chávez es el mejor poeta de Venezuela.

Eso es cierto. Pero a nadie le puede quedar duda de que una de las más importantes funciones que han ejercido muchos escritores y, en general, los intelectuales públicos, al menos en el mundo occidental, ha sido la de utilizar su prestigio y respetabilidad para ejercer la denuncia de las grandes injusticias que ocurren en las sociedades en las que viven. Cuando hablo de intelectuales públicos me refiero a aquellos que además de ejercer sus oficios artísticos, literarios o académicos colocan su voz en el concierto de la opinión pública y fijan claras posiciones sobre temas colectivos más allá de sus intereses personales.


Es lo que han hecho, arriesgando comodidades y la propia vida, desde Bartolomé de las Casas, cuando denunciaba los abusos del conquistador ibérico sobre las poblaciones aborígenes, pasando por Solzhenitsyn quien pagó con largas prisiones sus críticas al comunismo soviético, o, para hablar de cercanía, lo que le correspondió oficiar a hombres como José Rafael Pocaterra en contra de Juan Vicente Gómez, o a Reinaldo Arenas ante el sátrapa de La Habana.

Hago esta larga introducción porque luego de visitar en la cárcel donde se encuentran a los amigos Herman Sifontes, Ernesto Rangel, Miguel Osío y Juan Carvallo, los directivos de Econoinvest injustamente sometidos a prisión sin el debido proceso, de renovar mi admiración por la paciencia y dignidad con la que soportan junto con familias y amigos el abuso de poder, he regresado a casa y, para paliar la impotencia, me he dedicado a releer algunos de los textos que tantos escritores han publicado en condena a lo que a todas luces es una prueba de la manera como el sistema judicial venezolano ha sido convertido en una maquinaria de premio y castigo sometida a los arbitrios de la logia militar que nos gobierna.

He disfrutado al máximo el texto del poeta Alejandro Oliveros en donde, desde las páginas de El Carabobeño, aborda la (in)justicia venezolana a partir de los parlamentos del Hamlet de Shakespeare. Me he conmovido otra vez con la sinceridad de Federico Vegas quien, desde el Papel Literario de El Nacional , confiesa con amorosa valentía el desasosiego que a todos nos embarga luego de visitar a nuestros amigos secuestrados. Me invade un profundo agradecimiento cuando leo los textos de dos grandes escritores colombianos, Héctor Abad Faciolince, el autor de esa pieza magistral titulada El olvido que seremos, y de Santiago Gamboa, finalista del Premio Rómulo Gallegos, que nos habla de cómo mira a una Caracas ahora triste por el carcelazo a Econoinvest.

Si el espacio me alcanzara podría enumerar uno a uno los textos de Alberto Barrera Tyszka, Patricia Lara, Antonio López Ortega, Oscar Marcano, Boris Muñoz, Elías Pino Iturrieta, Fernando Savater, Milagros Socorro, Francisco Suniaga, Gustavo Tarre y, aunque no se trata de una pieza literaria, igual leo con gratitud las frases del documento en el que la Conferencia Episcopal Venezolana clama justicia o el informe en el que la Corte Interamericana de Derechos Humanos condena el atropello.

Todos sabemos que ninguno de estos escritos traerá consigo lo que corresponde, que se haga justicia y nuestros amigos recuperen su libertad. Pero leer en conjunto estos textos de grandes plumas, percibir la solidaridad profunda que de ellos emana, la serena indignación que revelan, la profunda convicción sobre la arbitrariedad del proceso, la inmensa gratitud por lo que Econoinvest ha significado para el mundo de las artes y la cultura y, en muchos casos, la belleza e inteligencia de la escritura hace que sintamos la presencia de otra forma de justicia. La de aquellos, los buenos escritores siempre pendientes de develar la injusticia.

El Nacional, 09/09/2012, Siente Días, 7

La voz de Gabriela Montero

 por Elías Pino

La relación entre los artistas y los intelectuales con el poder ha sido debatida a través del tiempo. Muchos no la conciben sino como un ejercicio crítico, a través del cual se manifiesta una autonomía y una posibilidad de análisis que beneficia a la sociedad debido a cómo pueden esos artistas e intelectuales, partiendo de la formación o de las cualidades que los distinguen, hacerle un servicio invalorable a la comunidad mediante la observación y la denuncia de los defectos, los errores y las omisiones de quienes detentan la autoridad. Otros comprenden que los artistas y los intelectuales formen parte del cortejo que acompaña a los poderosos, con obras capaces de legitimar la autoridad de turno, en la cual confían, o simplemente como piezas de ornato o en función de aduladores. Por último, abundan los que defienden la alternativa de una conducta neutra frente a los negocios relacionados con la administración del bien común, sin que los habitantes del universo de las artes y las letras "desciendan" hacia el terreno de la política.

Un vistazo de la historia de Venezuela registra tales posturas en relación con el ejercicio del poder, desde las cuales se manifiestan reproches, lucha sin contemplaciones, compañía silenciosa o entusiasta y evidente indiferencia. Es una diversidad que se advierte desde los inicios del proceso de Independencia y llega hasta nuestros días, para enorgullecernos o para avergonzarnos de acuerdo con el papel que exigimos desde la posteridad a los intelectuales y a los artistas. En el abanico se ventilan figuras como Rufino Blanco Fombona y Laureano Vallenilla Lanz, para referir apenas un par de autores esenciales, cuyo tránsito refleja actitudes elocuentemente opuestas sobre lo que entendieron de los vínculos y las distancias frente a los señoríos de su tiempo. La nómina de los indiferentes es copiosa, antes y después, sin que se trate ahora de pedirles una militancia o una participación que fundamentalmente depende de su albedrío. En cualquier caso, la reacción de esos protagonistas de las artes y las letras se hace relevante en función del peso específico de cada quien, del prestigio que han adquirido por sus obras, de la admiración que sentimos ante sus pasos deslumbrantes. Si el artista o el intelectual son respetados por sus frutos, cuando desde esos frutos deciden una presencia de naturaleza política, o una crítica de situaciones que consideran aberrantes en un contexto determinado, provocan ineludible atención.

Es el caso de Gabriela Montero, pianista excepcional a quien se juzga, a escala universal, como la más grande ejecutante de su generación. Después de labrarse una carrera sin el apoyo de los aparatajes oficiales de Venezuela, generosos ante otros de sus colegas pero excesivamente cicateros con su virtuosismo, ha ascendido a la cúspide de los circuitos internacionales de la música para convertirse en una referencia estelar. Desde esa cúspide y sin que nadie se lo pidiera, pero especialmente sin que la manifestación tuviera relación inmediata con el arte que la ha llevado a la fama, ha compuesto una obra titulada "Ex Patria" a través de cuyas notas quiere denunciar la situación de injusticia que impera en su país, que atormenta a una comunidad que le duele y de la cual se siente parte desde el lugar en el que ahora se encuentra. El título de la obra puede obedecer al hecho de que escribe y percibe sonidos y quejas desde otra latitud, pero también de sentir que el género humano del que forma parte cada vez deja de ser lo que fue en un pasado del cual ella proviene y en cuya sensibilidad se reconoce. "Ex Patria" se puede ver en la siguiente dirección electrónica, en caso de que no se hayan conmovido con su ejecución: www. You Tube.com watch?=hNgAFCZwuSI, si no copie mal el jeroglífico.

Gabriela Montero dedica la obra a los 19.336 venezolanos que murieron debido a la violencia generalizada en 2011, y a sus amigos los directivos de Econoinvest que sufren cruel prisión condenada por la ONU: Enrique Rangel, Hermann Sifontes, Juan Carlos Carvallo y Miguel Osío. Lo que ahora se escribe quiere ser también una manifestación de solidaridad con los amigos encerrados sin fundamento, sin un sentido que no sea el de una atroz persecución, pero, en especial, una muestra de admiración por la manifestación que la artista hace frente a las calamidades de Venezuela, frente a las cifras tan espantosas de asesinatos que refirió en la presentación de "Ex Patria". Pudo permanecer callada, cómoda en el regazo de un oficio que la ha llevado a legítima fama, como hacen muchos de sus colegas desde tiempos remotos. O hacer de felicitadora del régimen según también han hecho otras figuras del ramo y de otros ramos con el aplauso del público y la complacencia de los medios de comunicación. ¿No ha sucedido así desde la antigüedad republicana sin necesidad de sonrojos, sin que nadie se rasgue las vestiduras, sin que nadie los critique de veras, sin que nadie los deje de saludar y sin protagonizar conductas insólitas? Los intelectuales y los artistas se manifiestan de manera diversa ante el poder, como se trató de describir al principio, y cada quien escoge su puesto en la carrera. La Montero no ha querido dejar dudas sobre el lugar que escogió para permanecer en nuestra memoria. Prefirió la estirpe de los Rufinos, lejos de la tribu de los Laureanos.

El Universal, 09/09/2012, enlace al original

Así Avanza el Juicio a Directivos de Econoinvest


 por Carlos Carpio

El Día 12 de julio del presente año se dio inicio, después de dos años de retardo, al juicio oral y público que actualmente se les sigue a los cuatro directivos presos de la Casa de Bolsa Econoinvest, quienes a la fecha de hoy cumplen más de 800 días de presidio, acusados de agavillamiento e ilícitos cambiarios por el Ministerio Público.

He tenido la oportunidad de asistir a la mayoría de las 12 audiencias de este histórico juicio, que se han realizado en el Palacio de Justicia de Caracas, presididas por el Juez Rodolfo Romero, quien dicho sea de paso ha manejado, en mi opinión, todo el asunto de una manera sobria y bastante imparcial.

Recordemos que este caso es de gran interés de la opinión pública general y especializada, que Econoinvest fue la Casa de Bolsa más importante del país y una de las principales de América Latina, y que existe un sentencia de la ONU a favor de los acusados, lo cual pone sobre los hombros del juez y los Fiscales una gran responsabilidad.


Las audiencias se celebran a partir de las 10 de la mañana y generalmente concluyen pasadas las 6 de la tarde, dos veces por semana. Lo que da idea de que no hay por ahora una pretensión de más demoras injustificadas al juicio, por parte de las autoridades judiciales.

Desde muy temprano, comunicadores sociales, abogados de renombre, artistas, músicos, escritores, familiares y amigos de los imputados, se apiñan en los 60 puestos disponibles en la pequeña pero respetuosa sala de audiencias. Todos de pié sentencia el Alguacil de turno, y con majestuoso caminar el Juez entra a la sala y toma asiento para presidir la audiencia del día.

Ya están en sus lugares los imputados, los Fiscales de Ministerio Público, el Secretario, el personal técnico que filma y graba todo el juicio y por supuesto los Abogados defensores, todos con sus togas negras y ribetes rojos.

El juicio se desarrolla como seguramente usted ha visto muchas veces en las películas: Los Fiscales acusan y preguntan, lo defensores presentan sus alegatos y repreguntan, los indiciados presentan sus exposiciones donde tratan de demostrar de forma exhaustiva su inocencia y el Juez sirve de director de debates y tiene por supuesto la última palabra, cuando Fiscales y defensores protestan. La Constitución y el Código Procesal Penal son manoseados por todos constantemente, buscando la mayor legalidad posible en las actuaciones.

En completo silencio, madres, hermanos y amigos de los imputados sufren o se alegran cuando la causa da un giro hacia los cuatro de Econoinvest, como ya se les conoce.

Pareciera que existe en este momento una decisión de continuar adelantando el juicio sin demoras injustificadas, como ya mencioné, a pesar de que por motivos de salud el Juez postergó las audiencias hasta el viernes 14 de septiembre, a las 11 de la mañana. Algunos ven en esto un nuevo ciclo de demoras, particularmente le doy a la justicia el beneficio de la duda.

De los cuatro imputados, solo Miguel Osío, quien era el Vicepresidente de Consultoría Legal de la defenestrada Econoinvest, ha presentado completamente sus alegatos de defensa, que todos los asistentes consideraron un pieza oratoria y una contribución al acervo judicial del país. Después de oírlo durante tres audiencias, es difícil pensar que la Fiscalía podrá probar la culpabilidad de los directivos de Econoinvest. Muchos lloraron cuando al final de su exposición se refirió a su familia y a sus pequeños hijos.

Juan Carlos Carvallo, Economista y Vicepresidente de Ventas de la Casa de Bolsa, está en el turno al bate, exponiendo con gran precisión y con excelente respaldo documental sus argumentos de defensa, que igualmente parecen señalar sin lugar a dudas la inocencia de los procesados, concluirá en la próxima audiencia.

Los Fiscales, toman notas, preguntan, recusan, intentan y a veces logran del Juez, cuestionar algunas consideraciones de la defensa.

Pareciera que hay una luz al final del túnel en el juicio a los directivos de Econoinvest, los que hemos tenido la oportunidad histórica de asistir al juicio y hemos estudiado el caso concluimos en su inocencia, le tocará al Juez del caso decidir soberanamente con todos los elementos de convicción que se le han presentado y se le presentarán.

La larga espera parece finalizar, Ernesto Rangel y Herman Sifontes, esperan para presentar su defensa. Mientras tanto y en la estrechez del sótano de su prisión, Ernesto se inspira y con la ayuda de Julián Conrado, el cantante de las FARC, su compañero de prisión quien lo inició en la composición musical, y su compadre Aquiles Báez, crea su primera canción: Sueños de Libertad. Un clásico, un himno a todos los presos de la injusticia. Puedes bajarla en YouTube como sueños de libertad Econoinvest. http://www.youtube.com/watch?v=AMI-nvdChbk

Hay peticiones de muchos venezolanos, periodistas, escritores y organizaciones, solicitando a las autoridades judiciales el juicio en libertad para los cuatro de Econoinvest, ojalá el juez tome pronto esta decisión, es de mera justicia.

Aporrea.org, 31/08/2012, enlace al original