Por Carlos Carpio
Marianela Aguilera, Lisbeth Villegas, Scarlet Tovar y Adnaloy Zamora son todas abuelas sesentonas, pero también las madres de los directores presos de Econoinvest.
Desde hace 30 meses abandonaron el merecido descanso de las personas que llegaron en sana paz a la tercera edad: su rutina casera, leer, rememorar, reír, divertirse con los nietos, para enfrentar la dura y terrible realidad de sus hijos presos.
Han regresado al pasado, cuando sus hijos aún vivían con ellas y eran estudiantes o se iniciaban como profesionales, les lavan la ropa, les planchan, les cocinan, los consuelan, los miman, les dan valor y fortaleza, rezan por ellos.
Hace 30 meses solo viven para las visitas, han olvidado todo lo demás, los fines de semana ya no son para las reuniones en familia con los esposos, los hijos, los nietos, las nueras; deben llegar temprano a la cárcel, cargando los pesados paquetes de comida refrigerada, la ropa limpia, algunos libros, los periódicos y revistas, todo perfectamente organizado para que dure hasta el jueves, para que pase la revisión de seguridad y se lo desacomoden y tienen que volverlo a ordenar, a tapar. 120 fines de semana lo mismo, ya son unas expertas, las cuatro llegan exactamente a la misma hora, sin convocatoria, precisión de cronómetro, no se puede perder un minuto de la corta visita, hay que identificarse, entregar la cédula, recibir el pase, esperar que suban a buscarlas, bajar los paquetes, nuevo chequeo personal en el baño, los preciosos minutos de la visita corren, ya se sientan en el improvisado salón de visitantes, en cuatro pequeños grupos separados con los invitados; los presos que ya los suben del sótano, vienen con su saco de ropa sucia, las cavas de comida vacías, con su mejor rostro, hay abrazos, risas, lágrimas, son tres horas hay que aprovecharlas al máximo, los custodios y custodias son amables, consiguen una silla que falta, ayudan con los paquetes, toman fotos de todos para sus archivos, vigilan con el rabo del ojo.
Las cuatro de Econoinvest son las protagonistas, traen los mensajes familiares, comentan los periódicos, hablan con sus presos de las últimas gestiones, que si la Fiscal dijo, que los abogados opinan, que fulano de tal escribió para la prensa sobre el caso, que hay esperanzas, que hay otra audiencia, que los nietos están bien, que hubo una misa. Alguien saca un cuatro y otros cantan, el reloj avanza, alguien saca unos dulces que trajo un compadre, un amigo, un primo, faltan 10 minutos para las doce, el custodio dice pasen a firmar, es la señal de que se acaba la visita, van hasta el libro de visitantes, firman, recogen la cédula, las cavas vacías, la ropa sucia, los últimos abrazos, las últimas recomendaciones, ya están en fila para salir, los cuatro presos se agrupan al otro extremo del corredor con sus cavas en las manos, sus sacos de ropa limpia, hay un último saludo, una ultima mirada hasta la próxima visita, que es la vida del preso.
Ya las cuatro de Econoinvest están fuera de la cárcel, se abrazan, se saludan, se despiden, nos vemos en la audiencia del martes dice alguien, si es que hay audiencia dice otra con pesimismo, seguro que habrá dice otra con optimismo.
Es la nueva rutina de Marianela, de Scarlet, de Lisbeth, de Adnaloy; las cuatro de Econoinvest también están presas con sus hijos, esperando por lo que le ruegan al juez de la causa: un juicio justo en libertad para ellos!
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